Querida Elena,
Soy tú, pero con más ojeras, más canas, más arrugas y menos prisas, y también menos pájaros en la cabeza, o al menos eso creo.
Te escribo para pedirte que te relajes. No, ese examen que pensabas que iba a arruinar tu vida, no importó tanto. Que no entrara en tu cabecica la formulación química no afectó en nada tu formación en Derecho. Ya ves, las leyes procesales no basaban sus principios en el cloruro de sodio o en el nitrato de potasio, así que deja de hiperventilar con la bolsa de Simago.
También aprovecho para aconsejarte que no compres vaqueros de una talla menos a la tuya motivada por la esperanza de que en dos semanas te entrarán porque harás deporte y comerás mejor, consiguiendo adelgazar. Tirarás el dinero y, con el tiempo, los vaqueros.
Esmérate por aprender a cocinar, explora nuevos horizontes más allá del huevo frito y de la pasta con tomate. Aborta esa idea peregrina que ronda tu cabeza acerca de que en el futuro nos alimentaríamos ingiriendo una pastilla sin necesidad de coger una sartén, nada más lejos de la realidad, alucinarías si comprobaras cómo se ha evolucionado en ese campo. Atiende a Elena Santonja en su programa “Con las manos en la masa”, fue una visionaria.
No tires a la basura las ADIDAS, hibernarán unos años pero volverán con fuerza y serán un must en el mundillo de la moda. Sé que te va a sonar a chino, pero dentro de unas décadas, vestirás la misma ropa que vistes ahora, bautizándola como vintage (ya, ya sé que no me entiendes, pero confía en mí).
Con los pantalones bombachos, pitillo, con efecto de lavados a la piedra y las hombreras, actúa de igual manera. No te deshagas de nada de todo eso. Si ves que no tienes espacio para almacenar tanta cantidad de ropa, tira los pantalones de pana, que son los que más ocupan y los que menos están sacando a bailar en los últimos años.
No pierdas el tiempo. No te permitas ese lujo. Abraza más, ríe más, camina despacio, que los instantes no vuelven. No te preocupes si no fotografías cada momento del viaje, prefiero que lo tatúes en tu memoria pero que centres toda tu energía en saborearlo, como saboreas los bocadillos de Tulicrem.
No, finalmente ningún chicle tragado causó destrozos pegando tus tripas, tampoco se cortó tu digestión por no respetar tres horas después de comer para darte un chapuzón. Con Milli Vanilli no te encapriches demasiado, hasta ahí puedo leer (vamos, que no te compres ningún disco de vinilo de ellos).
Me han permitido contactar contigo con la única condición de que no te haga spoiler, así que no puedo advertirte de mucho más.
Sólo un último consejo, vive cada día como si no hubiera un mañana.